Viajando con Maseca en Europa…

Después de las primeras experiencias al ser hospedado por personas de Couchsurfing en el 2006, consideré que no era apropiado llegar con las manos vacías y era bueno devolver algo ante los gestos de hospitalidad, por lo que empecé a ofrecer una cena mexicana a quien me recibiera y eso fue lo que prácticamente me abrió las puertas de muchas casas.

Estaba prohibida la venta de Maseca en Francia…

Estudiaba en Grenoble (Francia) y en aquellos años era prohibida la venta de Maseca allá, sin embargo había un local que me la vendía de forma clandestina, la sacaban de un falso cajón y me la entregaban en una bolsa negra, el empaque tenía sello de entrada a Suiza por avión, por lo que la cruzaban por tierra.

Preparaba antojitos para mis anfitriones…

Preparaba tortillas, empanadas, sopes a mis anfitriones para compartir charla en la cena y hacer más fluida la convivencia, ellos observaban con curiosidad mientras preparaba la cena y les platicaba algo de México.

Viajando en tren los oficiales de la República Checa se sorprendieron de ese «polvo blanco»

Un episodio muy curioso al viajar con la Maseca se dió al ir viajando por tren de Berlin a Praga en ese año ya que al ir cruzando la frontera los oficiales de aduana de ambos países van haciendo revisión de pasaportes compartimento por compartimento.

Los oficiales alemanes un poco más acostumbrados por el paso de turistas debido a los meses anteriores, entraron y sellaron pasaporte de salida sin problema; los oficiales de la República Checa al ver mi pasaporte les sorprendió su color verde además de la cantidad de hologramas y candados de seguridad con los que cuenta, no sé si ya tenía rato que no veían uno pero lo observaban con sorpresa.

Luego de intentar comunicarse conmigo en checo y alemán, en base a señas me solicitaron abrir mi backpack para revisión, NUNCA ME PASÓ POR LA MENTE LO SOSPECHOSO QUE SERÍA EL KILO DE POLVO BLANCO que transportaba, la primera mirada de los 3 oficiales fue de asombro por el cinismo de cargar con lo que ellos pensaban que era otra cosa.

Fue hasta ver su cara que entendí el malentendido que se desarrollaba y acto seguido en base a señas intentaba explicarles que era un producto comestible de maíz, me callaron y probaron la harina pero con ciertas dudas en su semblante.

Sellaron mi pasaporte cuando abrieron mi equipaje y vieron un pequeño ángel de fieltro…

Siguieron indagando en mi equipaje y bajo la Maseca se encontraba una caja de madera que el oficial abrió con cuidado, en ella iba un pequeño ángel de fieltro que llevaba de regalo a mi amiga de Praga, lo tomó en sus manos y exclamó «aaaaaaah» enternecido por el detalle, se volvió al otro guardia para tomar mi pasaporte y sellarlo.

Carlos Apple

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